Siempre estarás aquí…

Un día más me despido de ti mirándote a esos ojos aún tan llenos de vida y agarrándote las manos. Tus manos, las que siempre buscaba para apaciguar cualquier dolor.
Me recuerdo de niña, siempre con anginas, tendida en la cama preguntando ¿cuándo vendrá el papa?, deseando que entraras en la habitación con tu cartera del trabajo y cogieras mis manos. Todo lo malo desaparecía: la tristeza, el miedo, la angustia…
Siempre me gustó observarte…Haciendo tu gimnasia sueca, tus baños de vapor para abrir los poros, y siempre leyendo.
Enseguida supe que mi padre era -desde luego- pintoresco. Y ahí empezó a nacer mi admiración por ti.
Yo quería leer tantos libros, tener esas opiniones tan inteligentes sobre el tema más anodino y poder expresarlas con esa vehemencia tan tuya. Y tu lógica aplastante.
Admito que muchas veces me hubiera gustado que fueras más laxo. Como cuando nos arrastrabas a regañadientes al instituto, con la COPE a todo trapo en el coche, y al dejarnos allí, alguna cogía el autobús de vuelta a casa.
Con el tiempo he agradecido que nos inculcaras el valor del esfuerzo, el sacrificio, el compromiso, la disciplina…
Toda tu vida es un ejemplo de superación, el espejo en el que siempre me he querido ver reflejada.
Mientras te miro a los ojos desfilan los momentos más entrañables de mi infancia juntos. Nuestros paseos por el parque Güell, por la Ciudadela, hablando de lo divino y lo humano, aunque yo sólo fuera una niña repelente de seis años. Las mañanas de sábado acompañándome a ver competiciones de gimnasia rítmica, -tan implicado-, que ya sabías el nombre de cada niña y comentabas cada actuación.
Así de apasionado has sido con todo. Como en tu etapa de panadero, cuando te convertiste en el líder del “Foro del Pan”.
Esa es otra de las características que tanto admiro de ti, tu pasión y tus “cojones”.
Esos cojones como para defender a tus hijas cuando no les querían pagar en un trabajo de verano y te presentaste ante el jefe, amenazando con llevarte los ordenadores.
Tantas veces me descubro en esos mismos arranques justificados y me digo: “ésto es del papa”.
En el fondo nos parecemos mucho.
Eres capaz de una fuerza sobrenatural que has demostrado hasta el final y a la vez dueño de una sensibilidad tan especial..
No sé si seré capaz de releer tus “Cartas desde el olvido”, pero quiero que sepas que siempre me hicieron reír, -aunque fuera por tus míticas comparaciones imposibles-, reflexionar, y muchas otras veces llorar.
Y es que tienes esa capacidad de no pasar inadvertido y haber dejado una impronta indeleble en todos los que te hemos conocido.
Gracias por enseñarnos el valor de todo. A disfrutar de un viaje a Perú en primera clase o de un camping comiendo latas de fabada.
Nunca olvidaremos esos viajes interminables en el Peugeot, a 45 grados, las tres niñas batallando en el asiento de atrás, de fondo Perales y Sabina y de vez en cuando un “a que os bajo del coche!”.
Conocer tus orígenes tan humildes en ese viaje por Castilla me hizo aún ensalzarte más. En ese momento pensé: “¿cómo alguien que ha nacido y crecido en medio de la adversidad ha logrado llegar tan lejos?.
Nunca te limitaste, nunca te victimizaste. Siempre quise tener tu fuerza.
Si tú supieras la cantidad de veces que te menciono. “Mi padre hizo ésto”; “mi padre diría ésto”. Y en mi mente..”¿ahora qué haría el papa en esta situación”; “¿ahora qué diría?”. E intento seguir el consejo que sé que me darías.
Esos consejos que ojalá hubiera seguido siempre.
Hay tantas frases que siempre nos repetiste y que guardo como un mantra:
“No hagas lo que no quieres que te hagan”; “no hay que esconder la cabeza debajo del ala, hay que afrontar las cosas”; “hay que ser posibilista”; “vive y deja vivir”, “no hay que ser más papista que el papa”, y un largo etcétera..
Papa, ¿cómo nos vamos a despedir de ti?. Si eres nuestro ejemplo, nuestro referente y guía ante cualquier situación..
Nunca nos despediremos de ti. Hoy acaba tu dolor, pero siempre vas a estar aquí. Te llevamos en cada paso, en cada pensamiento, en cada decisión…
¿Cuánta gente pasa por la vida sin más y cuánta deja esta huella y vivirá siempre dentro de tantas personas?.
Sólo nos pediste que estemos unidas y lo haremos, será nuestro homenaje. Eso y echarle a la vida el valor que le echaste hasta tu último aliento.
Nunca te irás. Sé que tus manos nos seguirán agarrando desde algún lugar.
Como siempre nos dijiste: “cierra los ojos y piensa en cosas bonitas”.

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